Salirse de lo establecido puede conllevar soledad, y eso lo conoce bien Belén. Ella tiende su ropa en la azotea comunal junto a Carmela, una viuda octogenaria. Para Belén la terraza es, no solo el lugar donde secar la ropa, sino donde charlar y hasta rebelarse contra un curioso sistema de etiquetado instaurado en la comunidad.